lunes, 18 de julio de 2011

Capítulo 1

Si nos mudásemos a las Bahamas, con una casa espectacular cuyas vistas fueran un profundo mar azul y arena fina y blanca, quizás no nos importaría nada y nos iríamos dejando atrás todo, pero desgraciadamente, no todos tenemos esa suerte y cuando la mudanza es en una simple ciudad, nos lo pensamos algo más: tus amigos, tu familia, tu novio, incluso ese lugar en el que te acostumbrabas a ir, las fiestas...
Algo así pensaba Elena. No podía creer que le tocara a ella. Y tan lejos... Parecía una especie de castigo del que ya no había vuelta atrás.


Refrescaba, era de noche y tras un viaje de doce horas, el agotamiento empezaba a sobrepasar el límite.
Un último esfuerzo y las maletas ya estarían en casa, o mejor dicho, el nuevo piso.
Elena y su hermana entraron en la habitación.
       -Quiero la de al lado de la ventana.
       -Vale, es lo que quería pero no te he preguntado.- dijo Júlia.
Colocaron las sábanas en sus camas, algo incómodas.
Al menos, las vistas eran mucho mejores que las que habían aguantado durante nueve años: una pista de fútbol, dos de pádel, una piscina...

El sol se colaba por los pequeños huecos de la persiana, pero eso no hizo que Elena despertara al menos hasta las dos de la tarde.
Sentada en la cama, contemplando la piscina a través de la persiana- si la subía posiblemente despertaría a su hermana- los niños disfrutaban, gritaban, corrían y se paraban repentinamente porque el socorrista les avisaba con un silbato de que eso no estaba permitido. En otra esquina del recinto, un grupo de niñas jugaba a las cartas...
"Cartas... cómo las odio." En realidad, Elena no le tenía un gran odio a los juegos de cartas, simplemente no era muy buena jugando, ni siquiera sabía más de tres juegos diferentes y además, es totalmente aburrido.
Una voz dormida habló a sus espaldas.

       -¿Qué miras? ¿Hay gente en la piscina? ¿Bajamos?
       -Si, pero la mayoría son niños pequeños, y no, no voy a bajar, no conozco a nadie y paso de que me miren raro.
       -¿Pero qué más da?
       -¡No da más! No quiero, además, a lo mejor la cierran ya.
       -Eso tú no lo sabes.
       -Ya pero prefiero no arriesgarme a bajar y que me digan que vuelva más tarde que van a cerrar...- Se detuvo un momento a pensar.- ¡Ah! Son las dos de la tarde, habrá que comer, ¿no?
       -Bueno, vale, pero tenemos que preguntar el horario.
Elena ya había salido de la habitación, se dirigió a la cocina a abrir la nevera. No había mucha cosa, pero un zumo bastaba en esos momentos.
Más tarde, se despertaron sus padres.
Su madre, Maca, hizo la comida, un tanto simple, pero en ese momento no había para más. La compra se  convirtió en algo extremadamente necesario en ese momento para ella.
Su padre, se ocupó de la instalación de los ordenadores, colocando los escritorios antes.

Cayó la noche, y el brillante azul del cielo fue degradando hasta un tono oscuro que se mezclaba con colores rojizos, amarillentos y blanquecinos de las farolas de las calles y edificios. La Luna, egoísta, se apropió de la única nube que había y se cubrió para que nadie la viera.
Un grupo de jóvenes, estaba reunido abajo en el recinto, sentados en unos bancos, riendo y hablando en un tono algo alto.
Elena se puso a escuchar intentando captar un nombre pero nadie llamaba a nadie, simplemente hablaban.
Sintió que estaban tan a gusto, que por un pequeño instante quiso bajar y estar allí: reír junto a ellos, contar cosas nuevas, intercambiar secretos... Quiso hacer lo que con sus amigos hacía, esos amigos que en ese momento estaban a tantos kilómetros de ella.

4 comentarios:

  1. Esta perfecto a mii me encanta entre otra cosa porkk me llamo elena pero me encanta es una istoria interesante voy a seguir leyyendo habisame por tuentii cuando salga el capitulo2 2
    gracias

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  2. me gusta mucho seguire leyendo cuando pueda :) un beso!

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  3. oye si en vez de divertido, interesante, romantico...quiero poner q es la polla q ago? de aqui al premio nobel de literaturaaaa

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