A los cuatro días de haber empezado su nueva vida ya empezaban a asquearse por no salir de casa y decidieron cometer una pequeña locura.
-¿Y si bajas y les dices si podemos estar con ellos?- Refiriéndose al grupito que todas las noches se sentaba en los bancos del recinto.
-¿Tú estás loca? No, no... Pregúntaselo tú, a mí no me digas nada, ¡qué vergüenza por Dios!- La capacidad de emprender nuevos retos no era precisamente un punto fuerte en Elena, más bien era muy débil.
-¿Qué vergüenza ni qué vergüenza? Venga vístete que lo pregunto yo, tonta.
-Eh, eh, cuidadito con lo que dices guapa...- Fue una amenaza, una cariñosa amenaza entre hermanas.
Unos veinte minutos después ya estaban listas. O casi listas.
-Juls, ¿me pongo las cuñas o es demasiado exagerado?
-Haz lo que sea pero hazlo ya.
-Gracias, me has aclarado muchas cosas.
Abajo.
-Venga, ve a decírselo valiente.
-Ay, es que ahora me da cosa...
-Ah, ¿has visto? Ve ya.
-Vale pero tú acompáñame.- Ese tono, de miedo, de desconfianza a lo desconocido, despertó en Elena un sentimiento de lástima por su hermana, a la que acompaño segundos más tarde hasta el grupo.
Los cinco que estaban allí sentados, se quedaron mirando a Júlia esperando a que dijera algo, esbozándose en sus caras un rostro de rareza.
-Que...A ver... Nos hemos mudado y somos nuevas aquí y...que estamos solas y os queríamos preguntar si podíamos estar con vosotros y que nos presentarais a la gente que vive por aquí.
Un incómodo silencio estuvo allí presente un par de segundos hasta que una chica morena y algo bajita lo hizo desaparecer.
-¡Pues claro!- Otra que se había levantado para responder su teléfono, colgó y se volvió.
-¿Que os habéis mudado? ¿Por qué?- Hablaba con un tono demasiado sorprendido. "Las mudanzas son algo irritantes pero son muy comunes", Elena no entendió a qué vino tanto asombro, es más, pensó que aquella chica sería la primera que correría el rumor de que habían nuevas vecinas.
-Pues nos hemos mudado por el trabajo de mi padre, ¿sabes? Iban a cerrar su empresa y le recomendaron cambiarse a otra...- Júlia habló algo sentimentalista, es algo normal cuando pierdes todo lo que tienes.
-Ahá...Bueno mira, yo me llamo Bea, ella se llama Paula, esa fea de ahí es Pilar, pero no vive aquí, sólo viene en verano y él, es Lucas.- Dijo la chica bajita muy ilusionada, parecía que le gustaba mucho tener el control. Para Elena, era muy extrovertida comparada con su timidez, aparte de eso, captó en ella una forma demasiado intensa de decir él, como si tuviera interés en ese chico.
-¡Eh! ¿Cómo que esa fea de ahí? ¡Tengo nombre eh! Y desde luego no es Pilar, es Pili.- Con esa frase quedó bastante claro cómo quería que la llamaran, ahora tan sólo habría que evitar equivocarse.
Estuvieron un rato hablando de cosas banales hasta que obtuvieron algo de información un tanto necesaria para sobrevivir socialmente.
-¿Bajáis a la piscina mañana?- Preguntó Pili bastante interesada.
-No sabemos a qué hora la abren.
-Todos los días menos el lunes...¿Es menos el lunes, verdad?- Se oyó a alguien afirmando detrás.- Pues eso, menos el lunes, de doce del mediodía a tres y por la tarde, de cinco a nueve.
Quien afirmó antes añadió que habían días no cerraban a las tres.
-Pues lo intentaremos, aunque no prometemos nada porque tenemos que guardar unas últimas cosillas y limpiar un poco el piso.
-¿Cuál es?
-Ése de ahí, la quinta ventana empezando desde abajo.
-Pues intentadlo y así nos contáis cosas, ¿os parece?
Lucas se quedó mirando hacia arriba, en dirección a la ventana abriendo ligeramente la boca y Bea, mientras tanto lo observaba disimuladamente. No cabía duda: el amor estaba en el aire.
Entraron en el portal, era poco más de la una y las dos hermanas empezaron a charlar. Abrieron la puerta del ascensor.
-"Y nos contáis cositas, ¿os parece?"- Dijo Elena imitando a Pili. Su hermana rió con ella.
-Madre mía, me da la impresión de que esa es más cotilla...
-No me digas, no me había dado cuenta.- El tono irónico de Júlia le añadió un toque de gracia a la conversación.
-Yo a esa no creo que le cuente nada...¿Has visto cómo miraba? ¡Qué descarada!
-No sé... Lucas es muy lindo, ¿a que sí?
-Sí pero para mí es pequeño, de todas formas no te ilusiones mucho porque creo que ya tiene dueña.
-¿Quién?
-Creo que Bea.
-¿Bea? ¿Esa es la del pelo corto?
-No tonta, la que yo digo es la bajita, un poco morena...
-Ah, ya sé...¿Sí? No me había fijado. Mañana lo veré.
-Vale, pero abre ya la puerta.
Pocos minutos después ya estaban en la cama, pensando en sus cosas, imaginándose situaciones, conversaciones, imaginando en qué estarían haciendo en ese preciso instante si no se hubieran ido, posiblemente estarían pensando en qué ponerse para quedar por la tarde con sus amigos, algo no demasiado claro por si acaso fuesen a tomar algo y se mancharan... Ahora, las dos duermen.
-¿Y si bajas y les dices si podemos estar con ellos?- Refiriéndose al grupito que todas las noches se sentaba en los bancos del recinto.
-¿Tú estás loca? No, no... Pregúntaselo tú, a mí no me digas nada, ¡qué vergüenza por Dios!- La capacidad de emprender nuevos retos no era precisamente un punto fuerte en Elena, más bien era muy débil.
-¿Qué vergüenza ni qué vergüenza? Venga vístete que lo pregunto yo, tonta.
-Eh, eh, cuidadito con lo que dices guapa...- Fue una amenaza, una cariñosa amenaza entre hermanas.
Unos veinte minutos después ya estaban listas. O casi listas.
-Juls, ¿me pongo las cuñas o es demasiado exagerado?
-Haz lo que sea pero hazlo ya.
-Gracias, me has aclarado muchas cosas.
Abajo.
-Venga, ve a decírselo valiente.
-Ay, es que ahora me da cosa...
-Ah, ¿has visto? Ve ya.
-Vale pero tú acompáñame.- Ese tono, de miedo, de desconfianza a lo desconocido, despertó en Elena un sentimiento de lástima por su hermana, a la que acompaño segundos más tarde hasta el grupo.
Los cinco que estaban allí sentados, se quedaron mirando a Júlia esperando a que dijera algo, esbozándose en sus caras un rostro de rareza.
-Que...A ver... Nos hemos mudado y somos nuevas aquí y...que estamos solas y os queríamos preguntar si podíamos estar con vosotros y que nos presentarais a la gente que vive por aquí.
Un incómodo silencio estuvo allí presente un par de segundos hasta que una chica morena y algo bajita lo hizo desaparecer.
-¡Pues claro!- Otra que se había levantado para responder su teléfono, colgó y se volvió.
-¿Que os habéis mudado? ¿Por qué?- Hablaba con un tono demasiado sorprendido. "Las mudanzas son algo irritantes pero son muy comunes", Elena no entendió a qué vino tanto asombro, es más, pensó que aquella chica sería la primera que correría el rumor de que habían nuevas vecinas.
-Pues nos hemos mudado por el trabajo de mi padre, ¿sabes? Iban a cerrar su empresa y le recomendaron cambiarse a otra...- Júlia habló algo sentimentalista, es algo normal cuando pierdes todo lo que tienes.
-Ahá...Bueno mira, yo me llamo Bea, ella se llama Paula, esa fea de ahí es Pilar, pero no vive aquí, sólo viene en verano y él, es Lucas.- Dijo la chica bajita muy ilusionada, parecía que le gustaba mucho tener el control. Para Elena, era muy extrovertida comparada con su timidez, aparte de eso, captó en ella una forma demasiado intensa de decir él, como si tuviera interés en ese chico.
-¡Eh! ¿Cómo que esa fea de ahí? ¡Tengo nombre eh! Y desde luego no es Pilar, es Pili.- Con esa frase quedó bastante claro cómo quería que la llamaran, ahora tan sólo habría que evitar equivocarse.
Estuvieron un rato hablando de cosas banales hasta que obtuvieron algo de información un tanto necesaria para sobrevivir socialmente.
-¿Bajáis a la piscina mañana?- Preguntó Pili bastante interesada.
-No sabemos a qué hora la abren.
-Todos los días menos el lunes...¿Es menos el lunes, verdad?- Se oyó a alguien afirmando detrás.- Pues eso, menos el lunes, de doce del mediodía a tres y por la tarde, de cinco a nueve.
Quien afirmó antes añadió que habían días no cerraban a las tres.
-Pues lo intentaremos, aunque no prometemos nada porque tenemos que guardar unas últimas cosillas y limpiar un poco el piso.
-¿Cuál es?
-Ése de ahí, la quinta ventana empezando desde abajo.
-Pues intentadlo y así nos contáis cosas, ¿os parece?
Lucas se quedó mirando hacia arriba, en dirección a la ventana abriendo ligeramente la boca y Bea, mientras tanto lo observaba disimuladamente. No cabía duda: el amor estaba en el aire.
Entraron en el portal, era poco más de la una y las dos hermanas empezaron a charlar. Abrieron la puerta del ascensor.
-"Y nos contáis cositas, ¿os parece?"- Dijo Elena imitando a Pili. Su hermana rió con ella.
-Madre mía, me da la impresión de que esa es más cotilla...
-No me digas, no me había dado cuenta.- El tono irónico de Júlia le añadió un toque de gracia a la conversación.
-Yo a esa no creo que le cuente nada...¿Has visto cómo miraba? ¡Qué descarada!
-No sé... Lucas es muy lindo, ¿a que sí?
-Sí pero para mí es pequeño, de todas formas no te ilusiones mucho porque creo que ya tiene dueña.
-¿Quién?
-Creo que Bea.
-¿Bea? ¿Esa es la del pelo corto?
-No tonta, la que yo digo es la bajita, un poco morena...
-Ah, ya sé...¿Sí? No me había fijado. Mañana lo veré.
-Vale, pero abre ya la puerta.
Pocos minutos después ya estaban en la cama, pensando en sus cosas, imaginándose situaciones, conversaciones, imaginando en qué estarían haciendo en ese preciso instante si no se hubieran ido, posiblemente estarían pensando en qué ponerse para quedar por la tarde con sus amigos, algo no demasiado claro por si acaso fuesen a tomar algo y se mancharan... Ahora, las dos duermen.
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