Si pudiésemos describir con palabras la sensación que nos ronda por el estómago cuando tienes en frente a la persona que te tiene loco, posiblemente daríamos con mil explicaciones y ninguna sería igual a otra, sin embargo, el denominador común sería el amor.
Décimas de segundo y la mirada de Júlia impactó con la de Héctor por segundos. Quizás los nervios, puede la gente o tal vez esa reconciliación tan repentina pero a la vez tan esperada por ambos, no dejó más que un largo y tímido silencio por medio.
-Me...tengo que ir, ¿vale?
-Sí claro, yo también tengo clase ahora. ¿Quieres que nos veamos después?
-Es que al terminar esta clase, bueno, ensayo, ya me voy a casa.
-Podemos volver juntos...si quieres. Vivimos prácticamente al lado.
-No sé. Mis padres vienen a recogerme.
-Puedes inventarte algo.
-Ya veré. En clase pensaré en qué hacer. ¿Te parece?- Empezó a subir la escalera hacia el primer piso.
-Me parece bien. Más te vale pensar, tenemos una charla pendiente.- No obtuvo respuesta.
Cruzó todo el pasillo y pensó una y otra vez en alguna invención de las suyas. No se le ocurría nada. Nada excepto decir que Olga la había llamado para quedarse a cenar y que su padre la llevaría más tarde.
Podría ser una buena idea. Pensó en lo que acababa de hablar. Se imaginó a sí misma. Su expresión, su manera de contestar, había sido demasiado borde para todo lo que Héctor le había dicho. No quería nada más que volver a bajar esas escaleras y decirle que estaría dispuesta a ir hasta el fin del mundo si él lo quisiera, pero rabia aún contenida, la detenía.
Entró en la clase. El pianista estaba sentado tocando el acompañamiento que le correspondía y señalando en la partitura la digitación que más le convenía.
El ensayo se hizo eterno. No estaba concentrada. Era normal que no lo estuviese si sólo pensaba en qué era lo que debía hacer.
-Hoy has estado flojilla. Me lo tomaré como un bajón que has tenido porque seguramente habrás hecho muchos exámenes esta semana.
-Entre otras cosas...-abrió la puerta
-Mañana la audición es a las seis, pero ven media hora antes y ensayaremos una vez más.
-Intentaré no retrasarme.- salió del aula al fin.
No tenía mucho tiempo para tomar la decisión. Nada más la viera le iba a preguntar si se iba o no con él. El caso, es que era complicado, porque tenía el estómago revuelto de mariposas. Sabía qué iba a pasar si volvían juntos, pero, ¿realmente se lo merecía?.
De ninguna manera podía ocultar sus sentimientos, restringir su amor hacia Héctor sería un un bucle de agonía eterna del que quizás no podría salir. Estaba decidido.
Se apresuró a llamar a sus padres, que conociéndolos, seguro que aún no habían salido de casa para ir a por ella. Se tranquilizó para que no se notara la mentira que tenía preparada y en cuanto su madre contestó, se dispuso a decirla.
-Mamá, siento no haberte llamado antes, pero es que Olga me ha enviado un mensaje diciendo que si me quería quedar a cenar a su casa y luego su padre me llevaba a casa.
-¿Dónde vive Olga?- Preguntó extrañada.
-A dos calles del conservatorio. Vamos, aquí al lado.
-Está bien pero cenas y vienes. Nada de quedarse charlando ni nada que mañana te tienes que levantar pronto.
-Ya lo sé...- Se detuvo un par de segundos.- ¿En serio? ¿De verdad? ¡Muchas gracias mamá!
-Venga, cuidado, eh.
-Sí, sí.- Colgó. Pensó en si podría pillarla pero no. No tenía el móvil de su amiga ni el de su madre, y menos el de su casa. Ni tan siquiera sabía dónde vivía.
Fue hacia el muro. Allí estaba él, tocando un par de acordes improvisados en la guitarra mirando al cielo. Ya estaba bastante oscuro. Entonces, se percató de que ella estaba allí mirándole, apoyada en la columna de piedra, con el estuche de su instrumento colgando del hombro. Sonrió porque supo que iban a irse juntos, que a pesar de haberle hecho sufrir, fue capaz de perdonarle.
Le devolvió la guitarra a su amigo. Se levantó y se dirigió hacia ella, cogiéndola del brazo, anduvieron de forma acelerada hasta la salida en donde al fin, la cogió de la mano.
-¿Por qué vas tan rápido?
-Creo que Lidia sale ahora de clase y seguramente pasará por aquí. No quiero que me vea, y menos contigo.
-¿Te da vergüenza estar conmigo?
-No. Lo que pasa es que no quiero meterte en líos sabiendo cómo es y mucho menos que se ponga a hablarme...¡Joder, esta ahí! ¡De prisa, ven!
Le estiró de la mano, agarrándola fuerte y corrieron a lo largo de toda la calle hasta doblar la esquina.
Sus corazones latían acelerados, tanto, que parecía que se les iba a salir del pecho. Casi perdieron el aliento e instintivamente, respiraron de forma profunda una y otra vez para recuperar la energía que acababan de perder. Se miraron agotados, sientiéndose cómplices y a la vez estúpidos. Quienes los vieron, seguramente pensaron que estaban locos, que llevaban prisa o que incluso, habían robado algo, pero ninguno de ellos acertaría. Realmente, fue algo parecido a escapar del mundo, de los ruidos, de la gente y dejarse llevar hasta el primer lugar en donde nadie pudiera molestarles. En donde al fin, pudieron sentirse ellos mismos, sin aparentar nada y compartir esa sinceridad con un pequeño, tímido y dulce beso.
Oh dios mío, qué preciosidad!! Me he quedado maravillada. Espero que puedas subir pronto el siguiente porque me moriría!! Y si no es mucho pedir... que des mas detalles de ese beso, porque de seguro ha sido algo super hermoso!! Dios mío, me encanta! sigue así de fantástica, besos!! :D
ResponderEliminardios estoy super enganchada me encanta :DDD sigue asii :)) un besooo
ResponderEliminar