viernes, 9 de septiembre de 2011

Capítulo 17

Se levantó sobre las diez. El nombre de aquel chico fue el primer pensamiento que le vino a la cabeza: eso y que no lo iba a ver más a no ser que la magia del destino los hiciera encontrarse inesperadamente. Abrió las puertas del armario, que formaron una pequeña brisa. Elena notó algo. Era el olor de la chaqueta. No hacía falta magia, ni destino, ni encuentros inesperados. Tan pronto como Samu echara en falta la prenda, intentaría ponerse en contacto con alguien para llegar hasta Elena.

Las dos últimas semanas fueron exhaustivas. Tanto Júlia como Elena, se esforzaron todo lo que pudieron para obtener buenos resultados. Aunque Elena, dejó a un lado sociales y matemáticas ya que el suspenso era seguro y puso más empeño en las demás.
Último dia. La convocatoria para la recogida de los boletines de los alumnos.
Tal y como Elena predijo, los dos suspensos estaban bien reflejados en el boletín. Tenía que afrontar la bronca que le iba a caer aunque ella sabía bien, que en el primer trimestre era cuando daba el bajón y en los dos siguientes conseguía hasta dos puntos más en cada una. No se había esforzado lo suficiente desde al principio para sacar adelante esos dos cates, pero ahora sabía qué era lo que tenía que hacer durante el resto del curso y los objetivos que tenía que cumplir para mantener a sus padres satisfechos y que su vida social perdurara.

Cuando sus padres vieron los resultados, estaban sorprendidos, pero Elena ya tenía pensado qué iba a decirles.
       -Papá, mamá...Sé que estáis decepcionados conmigo, y lo entiendo, porque no estáis acostumbrados a estas notas en mí, pero yo no conocía la táctica de los profesores y además hay bastante diferencia entre el nivel de allí con el de aquí. Os prometo que no habrá ningún suspenso más en lo que queda de curso y que me esforzaré todo lo que pueda...-su madre la interrumpió.
      -Más te vale cumplir lo que dices, porque de entrada ya te has quedado sin móvil y sin internet. Si la gente quiere algo de ti, que te llamen a casa o que vengan a verte, porque tampoco vas a salir.- su padre intervino.
      -Es más, quiero que estés estudiando sociales y matemáticas durante estas navidades. Sé que las matemáticas no te gustan, pero ¿sociales? no lo entiendo. El año pasado sacaste muy buena nota.
      -Porque el año pasado era geografía, no historia.
      -Me da igual.- Sacó el móvil y usó la calculadora para averiguar la media.- Tienes una media muy baja. Un seis con uno. Quiero que a final de curso tengas como mínimo un siete. Tengo dos trimestres para pensar tu castigo si no haces lo que te digo.
      -Vale. Te prometo que sacaré eso o más. Yo sé lo que hago y cómo es para mí un curso. Siempre me pasa lo mismo: empiezo floja y luego doy el subidón.

Cumplió el trato que hizo con sus padres consiguiendo así amenizar el castigo y al menos conseguir tener internet otra vez. Cada vez se aproximaba más el último día del año. Pensó en todo lo que dejaba atrás. Todas las cosas que había aprendido. Todo lo que había sucedido. Ese era el año en el que se separó de sus amigos y familia. Se acordó de todas las personas nuevas que había conocido, como Adri. Se alegraba tanto de tener una amiga así, le ayudaba en todo lo que podía y en lo que no. Sabía hacer que cada una de las tardes que pasaban juntas fueran inolvidables y agradecía toda la confianza que depositaba en ella conociéndola desde hacía tan poco. Se acordó de las peleas que tuvo y de toda esa gente que intentó hacerle daño y solamente se quedaron en el camino y que, además de eso, también le hicieron reír al ser tan patéticos. Se le acumularon tantos momentos, que no pudo evitar que se le humedecieran los ojos.

El vestido negro le venía un poco corto y por si no fuera poco, las lentejuelas que tenía irritaban la piel de Elena, obligándola a rascarse por todos lados cada dos por tres. Finalmente, pensó que era el último día del año y que ningún picor ni cualquier tontería, por pequeña que fuera, iban a estropearle el momento.

La cena fue bastante abundante. Su madre estuvo demasiado tiempo preparándola y tuvieron que cenar aprisa pero aun así, el pollo en salsa y los huevos rellenos estaban deliciosos.
En la primera cadena, anunciaban desde la Puerta del Sol, que quedaban apenas diez minutos para dejar atrás el nuevo año y el presentador explicó como funcionaba el reloj y rogó a todos los espectadores, que no confundieran los cuartos con las doce campanadas. Parecía increíble que después de tantos años, aun hubiera gente que se equivocara. Más que increíble, gracioso.

Maca echó algo de cava en las cuatro copas que habían sobre la mesa. En la televisión, se apreciaba perfectamente la alegría y la euforia de la gente a través del barullo que formaban.
El presentador anunció el último minuto y dio recapituló los pasos que se debían hacer para comerse correctamente las uvas. Bromeó diciendo que nadie se atragantara.
Bajó la bola dorada.
      -¡El carrillón! Atentos porque ahora no van las campanadas. ¡Van los cuartos! No coman uvas aún.
El reloj marcaba las doce en punto y sonaron cuatro campanadas algo agudas. El presentador tomó las uvas en mano.
      -¡Ahora sí!
Seguramente casi todo el mundo a esas horas estaba haciendo exactamente lo mismo. Doce uvas. Una por cada campanada para conseguir esa suerte que todos deseamos tener en la vida. La que necesitamos todo el tiempo y en cada situación, la que envidiamos pero nunca la que querríamos prestar a alguien que quizás la necesite más.

Acto seguido, Elena envió un mensaje a todos sus amigos. Llamó a Adri y a un par de personas más para pasar la noche ya que sus padres se iban a celebrarlo fuera de casa.
Mientras esperaba, recogió los platos. Júlia apareció por la puerta de la cocina con el móvil de Elena en la mano.
       -Es para tí.
       -¿Para mí? Pero si ya he llamado a Adri...¡qué cabeza tiene! No se entera ni de lo que le digo...¿Qué pasa?-Júlia se fue hacia el baño. Elena se acercó el teléfono al oído.
       -¿Te acuerdas de mí?
       -Mmm...No sé quién eres. No tenía ni este número.
       -Pero en cambio si que tienes otra cosa.
       -¿Cómo?
       -Mi chaqueta.
       -¿Samu?
       -El mismo. Feliz año nuevo.
       -Lo mismo te digo. ¿Cómo tienes mi número?
       -Digamos que tu amiguita Adri es muy buena persona.
       -¡Anda! ¿Y cuándo te voy a dar la chaqueta?
       -Ahora mismo.
Un pitido interminente y suave. Le había colgado. Elena se quedó mirando el teléfono abobada y se apresuró en guardar el número en la agenda, cuando de repente, sonó el timbre de casa.
Era Adri con más gente. Entraron todos y cuando fue a cerrar la puerta, una fuerza mayor que venía de fuera se lo impidió. Samu. Se quedó totalmente paralizada.

3 comentarios:

  1. Publica más a menudo anda :)

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  2. Oh dios, qué bonito, me encanta!! Espero el siguiente con ansias, de verdad, es una de las mejores novelas que he leído de distintos blogs, sigue así!! Un beso enorme :D
    PD: pasate por mi blog que tengo una nueva entrada, a ver qué te parece

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