-Samu, ven.
Él le hizo caso y salió con ella a la terraza.
La noche era bastante oscura. Hacía un poco de frío. Se oían voces de gente que gritaba, cantaba y de más por las calles o en otras casas. Los coches pasaban a toda velocidad. Grupos de amigos iban por la calle bien arreglados para acudir a la primera fiesta del año que para algunos, podría durar hasta dos días.
Los pobres barrenderos, no hacían más que dejar las calles en condiciones pero todo era en vano ya que nadie pensaba en su trabajo y mucho menos en su esfuerzo y en las mismas ganas de celebrar el año nuevo.
-¿Cómo es que has venido?
-Quería felicitarte el año, así que le pedí a Adri tu número de móvil y me lo dio. Luego iba a salir de casa y tenía algo de frío. Cuando fui a coger la chaqueta no estaba. Pensé un millón de veces dónde fue el último sitio en el que la llevé y me acordé de que ni yo fui el último en llevarla, sino tú.
-Quería felicitarte el año, así que le pedí a Adri tu número de móvil y me lo dio. Luego iba a salir de casa y tenía algo de frío. Cuando fui a coger la chaqueta no estaba. Pensé un millón de veces dónde fue el último sitio en el que la llevé y me acordé de que ni yo fui el último en llevarla, sino tú.
-Yo me di cuenta cuando llegué a casa, pero no tenía ni idea de cuál era tu Tuenti y mucho menos sabía de dónde sacar tu número, porque sabía que Adri no lo tenía. ¿De dónde sacaste el suyo?
-El suyo lo saqué de otra chavala que la conocía. Los dos la tenemos como amiga en común. Y sobre lo del Tuenti...no me vas a encontrar.
-¿Y eso? ¿Tienes un nombre raro? ¿O no me lo quieres dar?
-No te lo quiero dar.
-Pues entonces no te daré la chaqueta.
-No me seas tonta, no tengo.
-Ah, vale...aún así no te la daré.- Ella comenzó a reír.
-Si no me la das, tendrás que cantar otra vez.
-No, por favor. Te la doy. Voy a cogerla y a colgarla en la puerta, así no se nos olvidará.
Entró y se dirigió a la habitación. Abrió el armario y sacó la chaqueta y la olisqueó otra vez, pero por desgracia el olor a la colonia de Samu ya había desaparecido por completo.
Júlia llamó a Olga. Le dijo que estaba recogiendo un poco su cuarto y los restos de la cena para poder salir.
Media hora después, le hizo una llamada perdida para avisarle de que ya estaba abajo.
Júlia se despidió de su hermana y le dijo que se iban a una discoteca light y que volvería sobre las cuatro.
Al salir del ascensor, le vibró el móvil.
"Espero que en este nuevo año puedas hacer todos tus deseos relidad."
Era Héctor. Hacía tiempo que no hablaban, él estaba en segundo de bachiller y tenía muchos exámenes, además de eso, estaba en el último curso de conservatorio y se tenía que preparar para la prueba de acceso al grado superior, lo entendía perfectamente. Aun así, se alegró de recibir ese mensaje, que le dibujó una sonrisa en la cara que no se le quitaría en toda la noche.
Las dos amigas se esperaron en la acera esperando a que pasara un taxi, pero la mayoría estaban ocupados.
Al fin, lograron subir a uno que las dejó en la calle de la Estrella, en pleno centro.
Todo estaba abarrotado. El suelo estaba mojado de gente que sin querer, arrojaba la bebida al suelo, plagado de confeti. Había algún que otro antifaz de las bolsas de cotillón y serpentinas que ni siquiera se llegaron a lanzar.
Conforme se acercaban, el volumen de la música de la discoteca iba aumentando.
Había un guardia en la puerta que les pidió el carné y después de comprobar que su edad era la permitida en el local, les hizo una señal para que entraran. Suerte que las entradas eran gratis. Olga tenía bastantes amigos mayores que ella y siempre conseguían vales, descuentos y otras cosas por el estilo.
Recorrieron todo el local hasta encontrarse con sus compañeras de clase. Estuvieron charlando y bailando. Alguna que otra se tomó algo pero no en gran cantidad, mientras que la más recatada estaba sentada en un sofá con el móvil enviando mensajes de felicitación.
Olga agarró el brazo de Júlia y se la llevó hasta un grupo de chicos. Le iba a presentar al que a ella le gustara.
-Mira Carlos, ésta es mi amiga Júlia.- se dieron dos besos.
Estuvieron un rato largo conversando con ellos. Para Júlia, la conversación estaba empezando a ser un tanto aburrida y no dejaba de girarse y de mirar quién entraba en el local.
Miró hacia la pista de baile.
Una muchacha estaba moviéndose exageradísimo mientras se acercaba a un chaval. Cogió su corbata y se lo acercó a ella. Le rodeó el cuello con sus brazos.
Hizo caso omiso y se incorporó a la conversación cuando al momento, Olga se le acercó al oído.
-Tía...¿Ese de ahí no es Héctor? Se parece mucho. Gírate.
-Qué dices...¿cómo va a ser...? Héctor... No.
-¿Es él?- Júlia asintió.- Venga chica, no pasa nada, ni siquiera se han besado. -Júlia abrió los ojos como platos, tanto que casi mató con la mirada a su amiga, que tan sólo intentaba animarla, que sin saberlo, lo peor estaba apunto de ocurrir.-Em...No he dicho nada. Venga vamos con éstas...
-¡Suéltame! No puede ser...Olga, antes me ha enviado un mensaje...Yo iba a estar feliz toda la noche y ahora...ahora sólo quiero morirme.
-Aquí no va a morir nadie, nada más que la tonta esa, que como la conozca entonces sí que la mataré yo. Me voy a acercar disimuladamente.
-Yo voy contigo.
Se aproximaron disimulando todo lo más que pudieron.
Júlia sentía que su corazón palpitaba tan rápido que le iba a estallar de un momento a otro. No dejaba de girarse para ver una y otra vez como perdía al chico de su vida, cómo sus ilusiones se rompían entre todo el alboroto de gritos y música, cómo una vez más, él le había decepcionado. Se sentía una estúpida al llegar a creer en algo que no iba a existir nunca y más aún, teniendo la prueba definitiva delante.
Miró a la chica, que al fin se despegó de su boca y la miró fijamente a los ojos tratando de averiguar quién era. Le sobraron segundos. Su corazón no estalló, pero si sus ojos, hundiéndose en un mar de lágrimas, mezclándose con el rímel, que ponía en cada lágrima el color negro, como el de aquella noche y como el de su vida.
Su amiga corrió hacia ella.
-No te vas a creer quién es.- la vio llorar.-Ah, ya lo sabes...No llores, por favor, él no se merece que estés así. Tenemos que irnos de aquí, esto te está haciendo demasiado daño y ninguna estúpida te va a amargar la noche. Olvídate de Héctor, ¿me oyes? Olvídate.
-No, por favor. Te la doy. Voy a cogerla y a colgarla en la puerta, así no se nos olvidará.
Entró y se dirigió a la habitación. Abrió el armario y sacó la chaqueta y la olisqueó otra vez, pero por desgracia el olor a la colonia de Samu ya había desaparecido por completo.
Júlia llamó a Olga. Le dijo que estaba recogiendo un poco su cuarto y los restos de la cena para poder salir.
Media hora después, le hizo una llamada perdida para avisarle de que ya estaba abajo.
Júlia se despidió de su hermana y le dijo que se iban a una discoteca light y que volvería sobre las cuatro.
Al salir del ascensor, le vibró el móvil.
"Espero que en este nuevo año puedas hacer todos tus deseos relidad."
Era Héctor. Hacía tiempo que no hablaban, él estaba en segundo de bachiller y tenía muchos exámenes, además de eso, estaba en el último curso de conservatorio y se tenía que preparar para la prueba de acceso al grado superior, lo entendía perfectamente. Aun así, se alegró de recibir ese mensaje, que le dibujó una sonrisa en la cara que no se le quitaría en toda la noche.
Las dos amigas se esperaron en la acera esperando a que pasara un taxi, pero la mayoría estaban ocupados.
Al fin, lograron subir a uno que las dejó en la calle de la Estrella, en pleno centro.
Todo estaba abarrotado. El suelo estaba mojado de gente que sin querer, arrojaba la bebida al suelo, plagado de confeti. Había algún que otro antifaz de las bolsas de cotillón y serpentinas que ni siquiera se llegaron a lanzar.
Conforme se acercaban, el volumen de la música de la discoteca iba aumentando.
Había un guardia en la puerta que les pidió el carné y después de comprobar que su edad era la permitida en el local, les hizo una señal para que entraran. Suerte que las entradas eran gratis. Olga tenía bastantes amigos mayores que ella y siempre conseguían vales, descuentos y otras cosas por el estilo.
Recorrieron todo el local hasta encontrarse con sus compañeras de clase. Estuvieron charlando y bailando. Alguna que otra se tomó algo pero no en gran cantidad, mientras que la más recatada estaba sentada en un sofá con el móvil enviando mensajes de felicitación.
Olga agarró el brazo de Júlia y se la llevó hasta un grupo de chicos. Le iba a presentar al que a ella le gustara.
-Mira Carlos, ésta es mi amiga Júlia.- se dieron dos besos.
Estuvieron un rato largo conversando con ellos. Para Júlia, la conversación estaba empezando a ser un tanto aburrida y no dejaba de girarse y de mirar quién entraba en el local.
Miró hacia la pista de baile.
Una muchacha estaba moviéndose exageradísimo mientras se acercaba a un chaval. Cogió su corbata y se lo acercó a ella. Le rodeó el cuello con sus brazos.
Hizo caso omiso y se incorporó a la conversación cuando al momento, Olga se le acercó al oído.
-Tía...¿Ese de ahí no es Héctor? Se parece mucho. Gírate.
-Qué dices...¿cómo va a ser...? Héctor... No.
-¿Es él?- Júlia asintió.- Venga chica, no pasa nada, ni siquiera se han besado. -Júlia abrió los ojos como platos, tanto que casi mató con la mirada a su amiga, que tan sólo intentaba animarla, que sin saberlo, lo peor estaba apunto de ocurrir.-Em...No he dicho nada. Venga vamos con éstas...
-¡Suéltame! No puede ser...Olga, antes me ha enviado un mensaje...Yo iba a estar feliz toda la noche y ahora...ahora sólo quiero morirme.
-Aquí no va a morir nadie, nada más que la tonta esa, que como la conozca entonces sí que la mataré yo. Me voy a acercar disimuladamente.
-Yo voy contigo.
Se aproximaron disimulando todo lo más que pudieron.
Júlia sentía que su corazón palpitaba tan rápido que le iba a estallar de un momento a otro. No dejaba de girarse para ver una y otra vez como perdía al chico de su vida, cómo sus ilusiones se rompían entre todo el alboroto de gritos y música, cómo una vez más, él le había decepcionado. Se sentía una estúpida al llegar a creer en algo que no iba a existir nunca y más aún, teniendo la prueba definitiva delante.
Miró a la chica, que al fin se despegó de su boca y la miró fijamente a los ojos tratando de averiguar quién era. Le sobraron segundos. Su corazón no estalló, pero si sus ojos, hundiéndose en un mar de lágrimas, mezclándose con el rímel, que ponía en cada lágrima el color negro, como el de aquella noche y como el de su vida.
Su amiga corrió hacia ella.
-No te vas a creer quién es.- la vio llorar.-Ah, ya lo sabes...No llores, por favor, él no se merece que estés así. Tenemos que irnos de aquí, esto te está haciendo demasiado daño y ninguna estúpida te va a amargar la noche. Olvídate de Héctor, ¿me oyes? Olvídate.
Dios... pobre Julia, y no me digas que la tipa que estaba con Hector era la chica del conservatorio!! Oh dios necesito el siguiente capítulo pero ya, pobrecita!! No me lo puedo creer. Aún así me encanta, porque consigues que me emocione tanto como si fuera yo la propia protagonista, un besote!! =D
ResponderEliminarJajaja mi idolo ya sabia k lo ivas a dejar interesante pero tanto... Te as pasado y ahora como dormire por las noxes??
ResponderEliminarEske tu no piensas en tu fan numero uno.
Un besazo wapa
jajajja, pues no vas a pegar ojo !!
ResponderEliminarel proximo creo q lo subire mañana por la tarde.. nose, un beso :D
por cierto, nati muchas gracias!! jajaja la verdad esq la niña del conservatorio siempre esta ahi para molestar... jajaja un beso:D
diooos mio que intrigaaaa :) me encanta!!!!!!!!! pero cuando vas a subir el proximo capitulo? no puedo esperar! un besazoo guapa
ResponderEliminarHOY LO SUBIRE :D
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