Estuvieron charlando un largo rato sobre el instituto, los exámenes, los padres, las broncas...los amores.
El chico contó que hacía poco que lo había dejado con la que era su novia porque uno de los chavales que estaba presente aquella misma tarde quedó con ella y se besaron. La chica, supuestamente, dejó de hacerle caso desde ese día hasta que le llamó para sincerarse y contarle lo que había ocurrido. Él, no podía creer lo que le estaba diciendo y después de todo lo que había hecho por ella, cómo era posible que le hubiera engañado de esa forma y lo que era peor, con su amigo, el cual le pidió perdón más de veinte veces y al que finalmente perdonó.
-Así que por ahora paso de chicas.
-Pues, ¡a por los chicos!
-No, payasa. Paso en el sentido de que no voy a meterme en ninguna relación más o menos estable. Pero mientras, ya caerá alguna...
-Sí, bueno, eso es lo que tú te crees.
-¿A qué quieres que te invite?- cambio repentino de tema.
-No lo sé. Según tu presupuesto.- rieron.
-Si fuera verano, te invitaría a un helado como típico que es, pero ahora en diciembre no sé.
-Ah, has sido tú el que has propuesto eso, ¿recuerdas?
-¿Cómo echas en cara, eh? Déjame pensar, podemos tomar algo en un bar de por aquí.
-Venga, voy donde tú me lleves.
Empezaron a caminar a lo largo de la avenida. Cientos de coches pasaban por allí y cada vez que Elena veía uno rojo en movimiento, el corazón le latía el doble de rápido pensando que podrían ser sus padres. Llegaron a un callejón algo oscuro que únicamente estaba iluminado por un letrero neón verde y rosa en el que se leía "Drinkin' Night".
Entraron. Todo estaba bastante tranquilo. El local era bastante amplio. Casi todos los sofás y paredes que había eran de color blanco. Una luz azul claro se repartía por todo aquél sitio, lo que hacía que fuera más relajante aún.
Se sentaron en la barra que había en la derecha.
Samu se pidió una cola con ron e invitó a Elena únicamente a un refresco de naranja. Mientras, charlaron.
Al terminar, él se levantó y le extendió el brazo. Ella dejó la chaqueta en el sofá que había al lado.
La música era lenta, suave, para dejarse mover con los ojos cerrados y balancearse al ritmo que marcaba.
Samu se dejó llevar por el momento y posó sus manos sobre la cintura de Elena a la vez que ella las suyas alrededor del cuello. Él, se acercó a ella hasta que sus cuerpos quedaron pegados. Poco a poco, Elena bajó la cabeza hasta apoyarse en su hombro. Poco a poco, pareció que la gente que les rodeaba estaban desapareciendo y que solamente estaban ellos en aquel lugar. Ambos cerraron los ojos. Estaban flotando.
De repente, un chaval algo mayor que ellos, los empujó sin querer. Parecía que estaba buscando a alguien.
Los dos se miraron por lo que acababa de suceder y empezaron a reír.
-Menos mal que nos ha interrumpido.
-¿Menos mal? ¿Iba a pasar algo malo?
-Hombre, malo no sé. Pero que no quiero que me pase otra vez lo mismo.
-¿Lo mismo? Ven, sentémonos y me cuentas.
Elena le contó lo ocurrido con su vecino meses atrás. Samu lo entendió todo.
-Ah, tranquila, si lo que necesitas es tiempo, yo te doy todo el que quieras.
-No es que necesite tiempo, lo que yo quiero aparte de eso es conocer más gente y sobretodo, saber cómo son.
-Ya, te entiendo. A mí desde que mi ex me hizo aquello, no confío tanto en las personas que conozco.- Mientras él le dijo eso, ella se miró el reloj.
-¡Joder! Vamos corriendo al instituto. Adriana me estará esperando. Ni me he acordado de avisarle.-Cogió la chaqueta de Samu y se la puso apresurada. Él ni se acordaba de que era suya.
-Venga, rápido.
Caminaron todo lo más que pudieron y en un cuarto de hora llegaron a la placita que estaba en frente.
Adriana la vio llegar. Parecía un poco cabreada.
-Elena, tía, ¡mi padre va a llegar ahora mismo! Le he dicho que viniera un poco mas tarde por ti. Si no llegas a estar aquí, ¿qué le tendría que haber contado? Además, tienes que llegar puntual a tu casa, sabes que si no es así te pueden pillar.
-Perdóname, anda.- Se le acercó al oído.- Te tengo que contar.
-Ya, he sospechado que hay novedades...-Se rieron.-Mira, por ahí llega.
Elena se volvió para despedirse de Samu. Estaba sentado en la fuente. Se dirigió hacia él y le dio dos besos. Al girarse, le agarró de la mano.
-Me he dado cuenta de que no nos vamos a volver a ver. He oído la conversación y por lo que parece, estás aquí a escondidas y he deducido que vives algo lejos. Me lo he pasado muy bien.
-Sí, la verdad es que no vendré mucho por aquí. Deduces bien: vivo lejos.
-Espero encontrarme contigo algún día por casualidad.
-Yo también. Encantada de haberte conocido.- Se sonrieron mutuamente.
Se volvieron a dar dos besos.
Elena corrió hacia su amiga que estaba esperándola en el coche con la puerta trasera abierta. Se metieron dentro. El padre de Adri arrancó y avanzó.
Miró por la ventana. Allí estaba Samu. Sentado, siguiendo con la mirada al coche.
-Estás embobadísima por lo que parece. No quiero saber qué ha pasado...
-Sí...embobadísima...yo...te cuento...tranquila.- Dijo con una voz suave.
-Lo que yo te diga...¡Ja, ja, ja! ¡Tierra llamando a Elena!
-¡Ay, tonta! Mañana te cuento con todo detalle.
-Así me gusta.
Tardaron poco más de diez minutos. Elena se despidió de su amiga y fue corriendo hasta el portal. Iba a llegar justo a tiempo. Sus padres no sospecharían nada y todo saldría a la perfección.
Subiendo por el ascensor, se miró en el espejo y se percató de algo. Llevaba la chaqueta de Samu.
Pensó durante los cinco segundos que le quedaban hasta que el ascensor abriera la puerta.
Se quitó la chaqueta y la dejó detrás de la planta que había en la esquina del rellano.
Introdujo las llaves en la cerradura y entró.
Saludó a sus padres y a su hermana. Tras cinco minutos, se aseguró de que no iban a salir de las habitaciones en donde cada uno estaba. Abrió la puerta sigilosamente y cogió la chaqueta de donde la había dejado.
Cerró con el mismo cuidado la puerta. Tirando de la manilla para que no golpeara. Nadie se había enterado.
Entró en el cuarto de baño y la dejó dentro de la bañera. Corrió la cortina. ¿Quién iba a sospechar que ahí dentro iba a haber algo?
Después de cenar, se puso una alarma a la una de la mañana, hora en la que se despertaría mientras todos estarían durmiendo y guardaría en la parte de arriba del armario la prueba infalible de que no sólo había estado con Adri.
Así lo hizo. Antes de guardarla, le vino el olor a la colonia de él. Cerró los ojos. Parecía que estaba justo al lado suyo.
Me gusta, mucho :)
ResponderEliminarDios, está precioso, y me alegro que se quedara con la chaqueta, así tendrán una excusa para volver a verse pronto. La pobre chica se lo merece después de lo que le pasó con el otro jajaja. Sigue así, espero el siguiente con ansias un beso enorme!! =D
ResponderEliminar¡Precioso! Espero el siguiente pronto :D
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