Fireflies empezó a sonar en el móvil de Elena pero no oyó nada: estaba en la ducha.
-Elena, date prisa porque Bea te está llamando.
-Ya casi estoy. Déjame el móvil en la mesilla.
Júlia lo hizo así y se bajó a la piscina con una chica que conocía de apenas una semana: Cristina, que vivía en el piso octavo.
Nada mejor que un baño en el agua fría de la piscina, ese día hacía unos cuantos grados de más.
Júlia y Cristina estuvieron hablando sobre su novio.
Hacía medio año que estaban juntos y Cristina ya estaba harta de él. No soportaba sus bromas subidas de tono que le hacía delante de sus amigos y más de una vez la ponía en evidencia.
Todo se le estaba convirtiendo en una rutina, pero ella lo quería. Lo quería y mucho, por eso, no le quedó otra opción que preguntarle a alguien que no la conociera, que no la pudiera juzgar de nada ni darle respuestas que estuviesen condicionadas por una amistad y la persona perfecta era Júlia.
-Si le quieres, pues intenta aguantar un poco más a ver si se le pasa o habla con él y dile que te molesta las cosas que hace, no sé... Si sigue haciéndolas ponle en aviso y creo que si te quiere cambiará en ese aspecto.- Júlia no supo dar otro consejo, no le dio tiempo a reflexionar sobre ello para dar uno mejor.
-Eso haré, hablaré con él porque esto ya es insoportable. De verdad, si lo conoces verás que tendré razón.
Elena llamó a Bea.
No hubo plan más interesante en todo el verano que ése: Todas quedaron para maquillar, peinar y prepararle un conjunto a Bea. ¿El por qué? Esa tarde iba a quedar con Lucas.
En cuanto Júlia subió de la piscina, Elena no dudó un momento en contárselo.
-¿Lo ves? Tenía razón. ¡Lo sabía y te lo dije!
-¡Qué fuerte! Yo también quiero ir...
-Pues ven porque Bea me ha dicho que también te lo dijera a ti.
Las ocho de la tarde, el calor era insoportable, y aunque el trayecto hasta la urbanización de Bea no era más largo que cruzar dos calles, Elena y Júlia se sentían como si ardiesen.
A punto de llegar al portal, salió un grupo de niñas.
-¡Júlia!¡Elena! Ya hemos arreglado a Bea.
-¿Ya?
-Sí. No os hemos avisado porque no nos hemos acordado, perdón.- Después de lo sucedido la noche de la discusión con Marinita, Elena no creyó el perdón de Pili, pero se guardó su opinión. - Bueno, vamos hacia el recinto.
Ana le hizo una señal a Pili de espera, aún faltaba la protagonista de la tarde: Bea.
Después de cinco minutos, ya estaban dirigiéndose al recinto.
Elena se quedó alucinada, estaba acostumbrada a ver a Bea vestir con unos simples pantalones cortos y camisetas básicas de tirantes, siempre con su recogido despeinado, pero ese día se lució. Llevaba unos pitillos claros algo desgarrados y desteñidos por la zona de las rodillas hacia arriba y una camiseta de rayas blancas y rojas de estilo marinero metida por dentro del pantalón y un poco ahuecada y unas romanas rojas.
Para completar el conjunto perfecto, la diadema también roja y el pelo planchado.
No iba muy maquillada, a decir verdad, Bea era bastante guapa de por sí, únicamente llevaba algo de colorete y rímel.
Lucas apareció una hora después con dos amigos más.
El momento había llegado.
-Recuerda Bea, no estés nerviosa. Si no sale nada no te preocupes.
-Eso, tú tranquila, todo tiene que salir solo.
-Vale, vale...¡Estoy nerviosísima!
-Pues relájate.
-¡Es que estáis todas hablándome a la vez y me ponéis más nerviosa!- Todas rieron.- Bueno me voy ya, esperadme aquí por favor, no creo que tardemos...
Bea se alejó con Lucas mientras se giró para despedirse de sus amigas, que todas le alzaron los pulgares como señal de que todo iba a ir sobre ruedas y alguna que otra agitando la mano como un "hasta luego".
Estuvieron charlando todas juntas hasta que Pili y Marinita se alejaron y Pili rompió a llorar.
En segundos fueron a animarle y a preguntarle.
-Tía, ¿qué te pasa?
-¡Eso! ¿qué haces llorando?
-Pili, ¿puedo contarlo?- Pili asintió con la cabeza.- Chicas, tenemos a una enamorada.
-¿Y por eso lloras?
-No llora por eso, no sería normal... El problema es de quién está enamorada.
-No me lo digas...-dijo Elena - ¿Lucas?
-Sí...y Bea no lo sabe.
Por casualidad o destino, Lucas y Bea aparecieron de repente y la conversación quedó totalmente cortada.
Pili aún tenía lágrimas en los ojos.
-¿Qué te pasa, tía?
-¿Qué me pasa? No sé, dímelo tú.
-¿Cómo? No sé de qué hablas.
-Estarás contenta, ya tienes lo que querías.
-No puede ser...Lucas vete con Rafa y Carlos.- Lucas hizo así. Sabía qué era lo que estaba pasando. - Tía yo creía que ya te había dejado de gustar...De verdad que no lo he hecho con mala intención.
-Bea no me digas tonterías. Voy detrás de Lucas desde hace un año y porque conocí a Miguel y te lo conté, ¿te crees que me dejó de gustar? ¡Pues no!
-Pero, Pili...¿Por qué no me lo has dicho?
-Porque no quería hacerte sentir mal, ni estropearte la tarde.
-Pero eso no es algo que me tenías que contar hoy. Tu ya sabes desde hace tiempo lo que yo sentía por Lucas y por no decírmelo me siento más mal todavía porque por suerte o desgracia nos hemos besado.- Eso fue una bomba para Pili.- ¿Pero a dónde vas? ¡Ven aquí! ¡No te vayas, lo siento...! - Pili se fue corriendo a su casa derramando lágrimas a más no poder.
Bea sintió como si le dieran una bofetada, cómo no llegó a pensar que todavía podría gustarle, estaba a punto de romper a llorar también, pero se controló. Ese beso que Lucas le dió, la llevó a las nubes, lejos de los ruidos, de los problemas de la gente, la llevó tan lejos, que ni si quiera podía oír a Pili, en realidad ni si quiera le importaba, lo que tenía se lo había buscado. De repente, el dolor de esa bofetada, fue desapareciendo por segundos. Bea no quería saber nada de nadie, excepto de Lucas.
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