Nueva petición de amistad. Héctor Fernández Music.
No se lo podía creer. Se había acordado de ella. En ese instante la ilusión la invadió. Le aceptó sin dudarlo un segundo. Se volvió a conectar para que le apareciera en el chat en el caso de que estuviese conectado, pero desgraciadamente para Júlia, no lo estaba.
Maca llamó a todos para que acudieran a cenar. A penas hubo tema de conversación porque en la televisión estaban echando una película bastante entretenida.
Un joven, cuyo padre había fallecido, usó una especie de radio en la que en una de las interferencias extraordinariamente consiguió hablar con él, el día en el que iba a morir, treinta años antes. El joven le dijo qué hacer para salvarse y poco más consiguió saber Júlia sobre la película porque ya había terminado de cenar.
Nada más limpiar el plato y el vaso, volvió al ordenador.
Se había dejado el chat puesto pero nadie le había hablado. Actualizó un par de veces para comprobar si alguien le ponía algo pero no sirvió de nada. Justo cuando movió el puntero para cerrar la ventana, él.
-¡Esa Jotadé! ¿Qué pasa? ¿No te vas a dormir?
-Sí, me iba ahora pero has empezado a hablarme, así que...
-Bueno, puedes dejarme tirado si quieres.
-¿Por qué iba a hacerlo? No hombre, ahora hablamos un rato y ya está. ¿Y tú tampoco te vas a dormir?
-¡Qué va! No tengo sueño y estoy aburrido. Te he visto y me han entrado ganas de hablarte.- Unas mariposas le revolvieron el estómago.
-Oh...¿qué días vas al conservatorio?
-Lunes, miércoles y jueves.- Mierda, el miércoles no coincidirían.- ¿y tú?
-Lunes, martes, y jueves también.
-Podemos vernos en las horas libres. Bueno, los lunes sólo media hora, pero algo es algo, ¿no?
-Claro. Cuando tenga hora libre me iré al muro a ver si te veo. Si no pues...nada.
-Si no me ves te pones a llorar, ¡ja, ja, ja!
-¿Qué estás diciendo? ¡Qué creído! Pues ahora no iré.
-Venga, anda, no me seas tonta, era una broma...
-Uh, a ver si el que llora ahora eres tú, ¡eh!
-Puede...- Esa palabra hizo que el corazón de Júlia diera un vuelco.
-Ya, claro...me voy a dormir ya. Un beso, dulces sueños.
-Después de hablar contigo seguro que lo serán.
-Héctor, por favor...
-¡Huy!¿Ahora quién es la creída?¡Ja, ja, ja!
-¡Tú eres muy tonto! Me voy ya antes de que te pegue a través del ordenador!
No sabía si él tendría dulces sueños, pero si algo era seguro, es que ella sí que los iba a tener. Esa conversación la transportó a otra dimensión. Ella hablando con él. Las cosas que le dijo. Si las dijo de verdad, tal vez tendría una pequeña posibilidad de tener algo con él, aunque lo más seguro sería que se estuviera cachondeando de ella. Claro, era mucho más pequeña que él. Según su perfil de Tuenti, le sacaba cuatro años de más. Sí. Seguramente todo aquello se lo dijo bromeando. En ese instante se desvaneció aquella oportunidad.
Sonó el despertador del móvil. Lo detuvo. Se acordó de la noche anterior. Una sonrisa se esbozó en su rostro. Se quedó embobada mirando a ningún lugar. Empezó a imaginar una tarde a solas con Héctor. Todo sería perfecto, demasiado perfecto. Un beso. Otro...Un sonido insistente interrumpió esa armonía que imaginaba en su cabeza. El despertador otra vez. No lo había parado, sólo atrasado. Esta vez, lo detuvo del todo.
Se empezó a vestir mientras maldecía que era martes y que hoy no lo iba a ver. Desayunó y se preparó el desayuno de media mañana para el recreo. En esa media hora, le contó a la que hasta el momento era su mejor amiga. Era increíble la confianza que tenían en tan poco tiempo. Seguramente sería una amistad duradera.
-¡No me lo puedo creer! ¿Y tiene dieciocho años?
-Diecisiete, pero en verano es cuando hace los dieciocho.
-¡Me da igual! ¡Es mayor, es rubio, es guapo, tiene los dientes perfectos, toca la guitarra! ¡Dios, es perfecto, Júlia! ¡Qué suerte tienes!
-Sí, suerte...Suerte sería poder quedar con el algún día. Así que de suerte nada, más bien desgracia...
-¡Qué dices! Mira, eres guapísima. La edad no importa. Si algún día el llega a sentir algo por tí, seguro que le dará igual todo. Y a ti tampoco te tendría que importar nada. Sólo él.
Le dio vueltas toda la tarde a lo que le dijo Olga, su amiga. Ese fue el mejor consejo que había oído de ella, estaba tan orgullosa de tener una amiga así.
Comió lo más rápido que pudo porque a las cuatro y media tenía que estar en el conservatorio.
Vio el patio al dirigirse hacia la clase de orquesta. A un lado, el muro. Lo contempló y se imaginó a ella misma y a Héctor, el día anterior. Él, tocándole aquella bonita canción. De película. No lo podía negar más: Realmente, le gustaba mucho. Más que eso: muchísimo.
Mientras los músicos afinaban sus instrumentos, oyó algo peor que todo ese estropicio de notas sueltas.
-¡Mañana he quedado con Héctor!
-Por fin, ya era hora. Te gusta tanto...te lo mereces.
-No sé si pasará algo. Ojalá que sí.
-¡Dile que se lleve la guitarra y te toque alguna canción!
-¡Qué va! Se lo dije una vez, pero no quiso.
Al momento se hizo el silencio. Todos dejaron de afinar. La directora empezó a hablar y mandó que todos sacaran la partitura que se tenían que fotocopiar. Júlia no se había enterado de nada. Ni de las partituras ni de por qué esa dichosa niña tenía la suerte de verse con Héctor. No. Lo tenía que impedir de alguna forma. No podía pasar eso. Héctor ya era suyo. ¡A ella si que le había tocado! Estúpida niña. ¿Cuándo iba a quedar con él? Al día siguiente sería miércoles y tendría conservatorio. Seguramente sus horas libres coincidirían. Tal vez la suya no. Aún así, Júlia podía decirle a sus padres que la llevaran y vinieran a recogerla a las nueve por un ensayo con la orquesta. Para entretenerse le diría a Olga que fuera al conservatorio un cuarto de hora después que ella para que sus padres no la vieran. Era el mejor plan que se le había ocurrido en mucho tiempo.
-No tienes las partituras.- una voz hizo desaparecer su plan de la cabeza.
-Ya, es que no me he enterado.
-Pues para eso está el tablón de anuncios y la habilidad de saber leer. Compártelas con tu compañera.
Increíble. Su compañera iba a ser la niña que quedó con él. Ahora la recordaba bien, estaba en su clase de lenguaje musical. Era mayor que ella.Suerte que al día siguiente se iba a saltar la clase y no la vería tan sólo por una razón mejor aún: para estar con Héctor.
Salió de la clase cabredísima y le dio una patada al atril. Se cayó al suelo, quería que la estúpida niña la recogiera.
-¡Lo siento! Recógelo por favor, ¡yo me tengo que ir ya!- Salió corriendo.
La muchacha se le quedó mirando con una ligera expresión de asco y rareza.
Júlia se giró y la vio recogerlo todo. Se le escapó una risa malvada.
"Estúpida", pensó, " se creerá que mañana lo verá...¡ni de coña!"
Me ha encantado, de verdad, y ni te imaginas cómo me ha quemado lo de la niñita esa eh?? Espero que no sea nada Jajaja
ResponderEliminarEspero el siguiente pronto, besitos!! =D
jajaja, ese tipo de niñas podrian dejar de existir algun dia ¬¬ jaja, gracias nati, tu ultima entrada me ha gustado muchisisisimo ^^
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