miércoles, 24 de agosto de 2011

Capítulo 8

Aceleró todo lo que pudo en cada uno de sus movimientos, pero el tiempo pasaba, no se quería detener para ella. Si no se hacía la cama, su padre la regañaría, pero si la hacía, quizás tardaría más de la cuenta y Jorge se habría marchado. Prefirió hacerse la cama y bajar a toda velocidad por las escaleras. Cruzó los dedos para no caerse. Por suerte, Jorge aún estaba en la puerta, esperándola mientras tomaba un zumo tropical.
      -Lo siento, lo siento, lo siento. Me he levantado tarde.
      -No pasa nada, creo que también voy a tener que bajar a tu casa a despertarte.-Jorge rió. Elena lo miró y por un segundo sintió como si el tiempo parara. Como si todo fuese a cámara lenta.
      -Venga, date prisa. Por tu culpa ya no me da tiempo de fumarme el cigarro.
      -Ya te he dicho que perdón. Mañana seré totalmente puntual. Ya lo verás.
      -¡Eso espero!
Aumentaron la velocidad de sus pasos. La conserje, una vieja mujer, de baja estatura y cabello negro, estaba cerrando la puerta mientras gritaba.
      -¡Voy a cerrar ya! Lo que tenéis que hacer es levantaros antes.
Al instante, hubo una estampida de chavales que intentaban evitar quedarse fuera. Algunos no lo consiguieron y tuvieron que esperar para entrar a segunda hora.
La profesora de inglés estaba en la cafetería, así que a Elena aún le daría tiempo de llegar a clase sin que le pusieran un retraso.
Minutos después, entró la profesora. Empezó a explicar el tema dos. Más que nada, era un repaso del curso anterior. Luego, repartió unas fichas que debían realizarse en casa a modo de deberes. Lengua. Ética.
      -Chicos, aprovechando que esta es nuestra primera clase de ética, me ha dicho el jefe de estudios que os presente a una alumna.- Señaló a la muchacha que tenía al lado.- Seguramente la conoceréis, porque no es nueva pero ha tenido un par de problemas a la hora de presentar la matrícula. Patricia, siéntate, por favor.- El profesor alargó el brazo invitando a que la chica se sentara.
Luis, el compañero de Elena había faltado, con lo cual, el sitio estaba libre. Patricia no dudó un segundo en sentarse ahí.
      -Me siento aquí, ¿vale?-dijo tímidamente.
El profesor repartió unas hojas, en los que toda la clase copió las preguntas que dictaba. Al terminarlas, las contestaron y conforme fueron terminando, le devolvieron los folios.
      -El próximo día os los daré y sabréis más o menos el nivel que tenéis sobre el conocimiento de esta asignatura.
El sonido del timbre dio paso al recreo.
Elena volvió a ir a clase de Jorge. Aún no habían salido. Se apoyó en la pared, y esperó a que se oyeran los ruidos de las sillas al levantarse la gente.
Segundos después, la puerta se abrió y empezaron a salir. Jorge salió de los últimos mientras llevaba cogido del hombro a un amigo. Estaban riendo sobre algo. Jorge la vio.
      -¡Elenita la tardona!- Ella frunció el ceño.
      -Mira quién habla. Ahora te estaba esperando yo a ti.
      -¡Pero el que haya tardado no es cosa mía!- bromeó mientras reía.-Por cierto, mis amigos se han ido de excursión.
      -¿Tan pronto? ¡Acaba de empezar el instituto!-Jorge soltó una gran carcajada.
      -Sí, de excursión al parque...-vio como Elena no entendía nada de lo que decía. Repitió.- ¡Al parque!
      -¡Ah! Se han fugado. ¡Qué mayores! ¿Tú no serás igual?
      -Pues claro que no, por eso estoy aquí.
Siguieron charlando durante los veinte minutos que restaban de recreo.
Al terminar todas las clases, volvieron juntos a casa. Según Jorge, normalmente no pasaría eso: él siempre se queda por ahí, fumando con sus amigos antes de volver a casa, pero como hoy no estaban, volvió con ella.

Al fin viernes.
Elena no tenía ganas de salir. Ni si quiera con Jorge. La primera semana le rompió la rutina veraniega dejándola destrozada. Encendió el ordenador. Tuenti. Un comentario nuevo. Jorge. "¡Vecinita! me aburro mucho..." En su cara se esbozó una pequeña sonrisa. "Pues enciende la tele, van a echar El diario de Noah. Te lo digo porque ese va a ser mi gran plan de hoy." En un par de minutos, Jorge respondió. "Bueno, si quieres que sea menos aburrido, ¡súbete!"
Elena se quedó paralizada. Sintió cómo el corazón se le había encogido de golpe. Se quedó pensativa sobre qué contestar. Podría parecer demasiado atrevida. "Ceno y subo." Jorge, aceptó la propuesta.
Le preguntó a Maca, su madre, si podía ir. Después de que le hiciera un tercer grado sobre quién y cómo era Jorge, consiguió convencerla. Después de cenar, subió hasta el octavo. Llamó al timbre.
Abrió el. Estaba sin camiseta. Con pantalones de pijama y zapatillas de casa.
     -Pasa.-Jorge le indicó hasta la habitación.- Dime en qué canal la echan.
     -La uno.
Jorge pulsó el canal uno, se puso la camiseta blanca que había sobre la cama y se sentó en ella. Dio dos golpes en el colchón para que Elena también lo hiciera.
En un corte publicitario, él le sacó tema de conversación.
     -Pues estas navidades puede que vaya a Londres. Mi tíos y primos viven allí. Los echo mucho de menos.-la tristeza y la nostalgia se reflejaron en la cara de ella. -Y tú...¿echas de menos a tus amigos verdad?- Elena asintió. Su barbilla empezó a temblar. Sus ojos se humedecieron. Jorge no supo qué hacer.- Eh, eh, no pasa nada Elenita. Aquí también puedes tener grandes amigos.
La abrazó. Ella se apoyó en su hombro. La cogió por el cuello y la miró fijamente. Con el pulgar, le secó la lágrima que se deslizaba por su mejilla. Poco a poco, se acercó a ella hasta que se tocaron nariz con nariz. Segundos después, el apretó sus labios contra los de ella, fundiéndose en un largo beso.
      -¿Mejor?- Elena por fin sonrió.
      -Hombre, la verdad es que sí.
Jorge la abrazó. Terminó la publicidad. Mientras veían la película surgieron dos besos, quizás tres. Caricias y abrazos. A la una de la madrugada, terminó todo. Tanto la película de la televisión, como la suya.
      -Hasta mañana.
      -Eso. Buenas noches Elenita.
Se oyó el cerrar de la puerta. Bajó a su casa. Maca le enseñó el reloj haciéndola entender que se había pasado un poco con la hora. Se puso el pijama rojo y se metió en la cama. Pensando una y otra vez cómo había sucedido todo.

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