Elena tenía razón: hasta el lunes a las ocho y un par de minutos no supo el nombre de aquél chico.
Mientras lo descubría, avanzaban a paso ligero hacia el instituto.
-Te he buscado en el buzón para agregarte a Tuenti, pero no había ninguno que me cuadrara.
-¿Sí? Yo también te busqué...De todas formas el nombre que tengo no es mío. Los apellidos son inventados.
-¡Pues dímelo y te agrego!
-Elena García.
-¿Sólo? ¿Qué foto tienes puesta? Porque digo yo que de Elena García, habrá muchas...
-Es en blanco y negro. Díme el tuyo y te busco a tí también.
-Jorge López Vela.- Se sacó algo de el bolsillo.
-¿Qué haces?
-Pues nada, fumar.
-Eso es malo.
-¡No me digas!
-Sí te digo, haz lo que quieras, ¿entras?- Jorge hizo un gesto y señaló el cigarro, dando a entender que le esperara, que acababa de encendérselo. Siguieron una conversación un tanto banal mientras el terminaba su cigarrillo.
-¿Tu clase dónde está?- Elena agitó el brazo, señalando al fondo.
-Bueno, estamos en el mismo pasillo, cuando suene el timbre para el recreo pásate por aquí y te vienes conmigo.
-Vale, pero acuérdate, ¡no vaya a ser que venga y no estés!- Jorge rió y entró en la clase. Elena avanzó hasta la suya, aún faltaban compañeros.
Empezar un lunes con matemáticas era para Elena el mayor de sus odios. Simplemente desearía poder salirse de la clase diciendo "es que no me apetece dar clase ahora, y menos de matemáticas".
Afortunadamente, la profesora no explicó nada, simplemente mandó ejercicios de repaso del curso anterior para corregirlos en la clase siguiente. Evidentemente, casi nadie los estuvo haciendo. En un par de minutos, en la clase se empezó a escuchar cruces de conversaciones, de una esquina a otra, gritando, hablando en baja voz, sobre el verano, sobre el amor, sobre viejas amistades...Tres estridentes golpes.
-Que yo sepa he dicho que hagáis ejercicios de matemáticas, no vocales, así que quiero a todo el mundo en silencio. El próximo que hable será expulsado fuera de clase.
-Qué simpática...- comentó el chaval con el que Elena charló subiendo las escaleras el primer día.
-¿Cómo dices? Mira que te vas fuera...
-¡Nada, nada, profesora!- Por el fondo de la clase, se escucharon un par de risas.
Media hora después, la clase terminó. Música. Inglés. Recreo, por fin.
Elena no sabía si ir a buscar a Jorge o no: por un lado, pensó que sería descarado acoplarse a su grupo, pero por otro, no quería quedar mal. Jorge la invitó a ir con él, ella no tenía la culpa. Avanzó un par de metros a lo largo del pasillo. Jorge estaba saliendo por la puerta. Elena le dio un toque en el hombro. Se giró sorprendido.
-¡Ostias, Elena! ¡No me acordaba! Perdóname...-Elena rió.
-Mira que te lo he dicho..."acuérdate". No pasa nada.
-Bueno, vienes, ¿no?-Ella asintió.
Bajaron por las escaleras y cruzaron todo el patio hasta llegar a una esquina. Se sentaron en el suelo y Jorge desenvolvió el bocadillo dándole un gigantesco bocado después. Elena no supo de qué hablar.
-Me he entrado en Tuenti desde el móvil. Ya te he agregado. ¿Tienes el tuyo aquí?
-No, no lo tengo. No me lo traigo si quiera.-Jorge se quedó un poco cortado.
-Y...¿cuándo llegaste? ¿Este verano? No hará mucho, porque ya te dije que no te había visto antes.
-Sí, en julio. ¿Has estado de vacaciones fuera? -Jorge negó con la cabeza.- A lo mejor ha sido por eso el por qué de que no me hayas visto, te lo digo porque yo he bajado día sí y día también a la piscina.
-Pues si has estado en la piscina, normal que tampoco nos viésemos porque yo ahí no voy.- Elena abrió los ojos, con cara de asombro.
-¿Por? ¿No te gusta?
-La gente es lo que no me gusta...Mira por ahí viene Andrea. La de al lado suya se llama Lara y esos dos de ahí detrás vienen aquí también, Felipe y Rubén. Ahora te los presento.
Uno por uno, dieron dos besos a Elena, con una sonrisa, quizás falsa, quizás no. Estuvieron charlando dejando un poco de lado a Elena, excepto un par de veces que Jorge le habló. A ella tampoco le apetecía mucho integrarse. Aquellos chicos no le causaron una buena impresión. Elena se entretuvo con sus pensamientos sin enterarse de qué conversaban. Sonó el timbre. Se levantaron.
-Entonces esta tarde en el parque a las ocho.
-A esa hora mucho mejor porque habré terminado los deberes.- Jorge miró a Elena.- ¿Tú vienes? ¡Tú vienes!
-¿Yo voy a dónde?
-Al parque esta tarde. Sí. Vas a venir. Lo digo yo. A las ocho bajo a por ti. ¿Cuál era tu piso?
-Quinto "B". ¿Éstos vienen?
-¡Claro! Me voy Elenita, que tengo física ahora y la profesora es simpatiquísima.- Pura ironía. Mientras se iba, se arrimó una chica a Jorge dándole un beso en la mejilla. Elena se asustó un poco pero se dio cuenta de que no tenía nada con ella porque él puso cara de sorpresa.
Siete y media de la tarde. El despertador del móvil sonó. Elena se hizo la remolona, se quedó pensando en qué tenía que hacer y en cuanto se dio cuenta, se incorporó de golpe. Saltó de la cama y abrió el armario. No le apetecía que Jorge la viera durante más tiempo en chándal. Suerte que entre clase y clase pensó en qué ponerse: eso le ahorraría bastante tiempo. Vaqueros y una camiseta rosa, junto con las Converse rosas. Se puso una diadema elástica negra y los pendientes de perla. Un clic de Pachá Psicodelic sería suficiente. Mientras esperaba a que Jorge bajara, se puso a ver la televisión.
Se apresuró en terminar el último ejercicio. Nada. No lo podía resolver. Lo hizo mal, al menos para que pareciera que algo había hecho. Miró la hora. Menos cinco. Se quitó las zapatillas de estar por casa y se puso las Nike negras y blancas. Le dio un beso a su madre y cerró la puerta. Llamó al ascensor y presionó en botón cinco, que estaba bastante desgastado. Se abrió la puerta y apretó el botón del timbre. Elena salió. Dos besos.
-¡No te has retrasado ni un minuto!
-Soy muy puntual. ¿No lo sabes?
Entraron en el ascensor. De repente todo se volvió silencioso e incómodo. Un golpe cerró la puerta del portal mientras que Jorge y Elena se dirigían ya hacia el parque. No había nadie. Elena se extrañó. A lo mejor habían sido demasiado puntuales.
-No hay nadie.
-Ya lo veo, ya vendrán.- Cinco minutos después llegó todo el grupo.
Durante toda la quedada, Elena estuvo sentada al lado de Jorge. No sabía por qué, pero se sentía más segura, quizás porque era al que más conocía de todos los que estaban allí. Lo único que no le gustaba de todo aquello, era respirar el humo del cigarro que él fumaba y aunque fuese contradictorio, eso le hacía más atractivo. Diez y media.
-Me voy a mi casa, mi madre ya tendrá la cena hecha, o al menos, estará haciéndola. Elenita, te vienes conmigo, ¿no?- Elena se levantó y los dos caminaron por el mismo sitio que antes, solo que en dirección contraria.- ¡Tenemos que quedar más veces, eh!
-¡Claro! Pero quería decirte algo...
-Dime.
-Tus amigos, no...
-¿No te caen bien? No pasa nada, son muy raros, y algo pesados. Pero si eso te es un problema, pues quedamos a solas. Es muy fácil: subes a mi casa, ¡o yo bajo a la tuya! La excusa de que vivimos lejos, no funciona...-Rieron por un momento. Entraron en el ascensor. Desgastaron un poco más el quinto botón.
-Vale, vale, a ver si subo...¡o bajas tú!- rieron otra vez. Elena se sacó las llaves del bolsillo y las metió en la cerradura. Giró hacia la derecha y dejando la puerta entreabierta se despidió.- Mañana a las ocho abajo.- Jorge le guiñó el ojo sonriéndole. Elena le devolvió la sonrisa cerrando la puerta.
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